martes, 29 de marzo de 2016

El cerebro de Manes





Escribe Facundo Manes: cómo será el cerebro del futuro

La posibilidad de utilizar nuevas técnicas de observación de las funciones cerebrales abre puertas impensadas. Ya se logró que dos personas
se comuniquen sólo a través de sus pensamientos. Y que una mujer mueva un brazo  robótico con la mente. El neurocientífico explica cómo influirá todo eso en el órgano principal de los humanos.
El cerebro es un órgano tan fascinante y complejo que no sólo intenta entenderse a sí mismo en el presente, sino que revé los pasos que lo llevaron hasta ahí y se interroga por aquello que no existe aún: ¿cómo será su propio devenir? ¿Cómo será el cerebro del futuro?
Las neurociencias cognitivas son un conjunto de disciplinas que estudian los procesos cerebrales de manera integrada e interdisciplinaria. Se proponen comprender cómo logran entre ochenta y cien mil millones de células nerviosas organizarse en circuitos eficaces y funcionales y dar lugar, por ejemplo, a nuestra conducta. Se trata, indiscutiblemente, de un enorme desafío. Conocer el lugar donde reside el alma, las ideas, los sentimientos y las decisiones ha sido uno de los enigmas que la humanidad ha perseguido desde siempre a través de disciplinas como la filosofía y la religión. En paralelo, sobre todo desde la modernidad y el culto a la razón, proliferaron relatos literarios, películas y series de televisión acerca del impacto positivo o negativo del desarrollo tecnológico en personas y sociedades. En las últimas décadas, la ampliación y profesionalización del campo de investigación científica, sus consecuentes descubrimientos y el avance de la tecnología potenciaron este recorrido neurocientífico.
En todos los casos, existen posturas encontradas que se siguen representando de manera exagerada entre, como diría Umberto Eco, los apocalípticos (que sostienen que es el fin del ser humano como tal) y los integrados (con posiciones celebratorias). Unos y otros intentan responder al interrogante de si la tecnología contribuirá a facilitar nuestra vida y nos permitirá encontrar la solución a nuestros problemas o, por el contrario, dará lugar a un mundo de hombres y mujeres deshumanizados y dominados por máquinas superpoderosas.  Al fin y al cabo, lo que todos podemos preguntarnos es qué pasará con el cerebro en el futuro, es decir, que pasará con nosotros mismos, los seres humanos. 

Viva no usar antes del 27 /3
nota tapa cerebro

El futuro llegó. Como esas viejas películas de ciencia ficción que veíamos en nuestra infancia, la tecnología impacta de manera asombrosa en avances para conocer y otorgarle potencialidades a nuestro cerebro. Pero no sólo eso, sino también para generar nuevos mecanismos de diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades. El matrimonio entre la biología y la tecnología es posible debido a que los cerebros y las computadoras se comunican en dialectos de la misma lengua (los dos trasmiten información usando electricidad). La información que proviene tanto de los oídos, de la visión o de la piel es convertida en señales electroquímicas. Cualquier información que tenga una estructura que mapee el mundo externo, el cerebro intentará decodificarla.  Conocer esto nos puede llevar a pensar cosas inimaginables. Por ejemplo, adicionar sentidos a los ya conocidos.
Uno de los desarrollos innovadores son los implantes neurales, dispositivos tecnológicos que se conectan directamente en la superficie del cerebro y actúan como prótesis biomédicas. Esta nueva tecnología permite que personas con distintos grados de inmovilidad puedan accionar brazos robóticos únicamente con la fuerza de sus pensamientos. Científicos de la Universidad de Pittsburgh llevan adelante una investigación con pacientes para analizar cómo el cerebro traduce el pensamiento en acción. Una paciente que forma parte de este experimento padece un trastorno genético denominado degeneración espinocerebelosa y se encuentra tetrapléjica (sin movilidad en sus extremidades). A ella se le implantaron quirúrgicamente dos cuadrículas de electrodos en la corteza motora, zona responsable del control voluntario de los movimientos. Estos electrodos, mediante una interfaz cerebro–máquina, se conectaron a una computadora. Con complejos algoritmos informáticos se decodificaron e identificaron los patrones cerebrales asociados con un movimiento del brazo y de la mano. Cuando la voluntaria pensó en mover el brazo, los electrodos detectaron las oscilaciones cerebrales y se ocuparon de interpretarlas y traducirlas en comandos de movimiento que son ejecutados por un brazo robótico. Así, a través de este mecanismo altamente sofisticado, esta mujer paralizada pudo mover el brazo utilizando sólo sus pensamientos e incluso articular los dedos individualmente como para estrechar la mano con alguien.  Diversas publicaciones internacionales,  como el libro The future of the brain, de Gary Marcus y Jeremy Freeman y la edición especial de la revista Scientific American Mind  han dado cuenta de manera extendida de estos avances científicos.

Viva no usar antes del 27 /3
nota tapa cerebro

Cerebros en línea. Otro avance que parece inspirado en la literatura de ciencia ficción lo representan las experiencias que tratan de lograr la comunicación de cerebro a cerebro, es decir, que se intercambien pensamientos en forma directa y no mediada. Investigadores de la Universidad de Duke lograron transmitir mensajes simples entre dos roedores ubicados en diferentes continentes y fueron pioneros en demostrar la comunicación de cerebro a cerebro. En un experimento reciente, con el uso de electroencelografía para decodificar la señal neural y de estimulación magnética transcraneana para inducir el disparo neuronal, dos seres humanos han logrado trasmitir pensamientos entre sus cerebros. Se intenta conocer lo que una persona piensa a través de un electroencefalograma para luego, al utilizar esos datos, producir un patrón específico de actividad neuronal en otro individuo a través de corriente eléctrica o campos magnéticos. Este procedimiento logró llevarse a cabo en un estudio en el que los participantes tenían que comunicarse directamente a través de sus cerebros para realizar una tarea conjunta: un videojuego de barcos piratas. Uno tenía el rol de emisor de la información, podía ver la pantalla del juego y tomaba la decisión de disparar un cañón para derribar barcos piratas; el otro era el receptor que solo podía presionar el botón para disparar, y para ello tenía que recibir el mensaje del emisor. Pero, ¿cómo era posible ejecutarlo? El emisor tenía un electroencefalograma que medía su actividad eléctrica. Según imaginara la mano disparando o no, variaban las oscilaciones de baja frecuencia del cerebro. Entonces, el cambio en las oscilaciones era considerado una señal para estimular el cerebro del receptor de manera que se lo incitara a mover la mano, sin ser consciente del impulso a hacerlo. La profundización en este tipo de técnica abrió un nuevo universo para los tratamientos y para la vida en general: podemos imaginar sin sobresaltarnos que en unas décadas se pueda navegar en Internet sólo con el pensamiento. 
Venimos de muy lejos.  ¿Cómo llegamos a este presente tan prometedor? Aprender cómo fue la evolución de nuestro cerebro nos permite entender a la especie humana. Uno de los cambios que se han dado a lo largo del tiempo ha sido el aumento de tamaño del cerebro, con un consecuente crecimiento en el número de neuronas y de sus conexiones. Los cerebros de los primeros Homo sapiens tenían un peso en promedio similar al nuestro, de unos 1.330 gramos. Sin embargo, esta transformación no logra explicar por completo la complejidad de nuestras habilidades cognitivas. Un aspecto relevante sería la complejidad dada por las conexiones que se establecen entre las distintas partes que constituyen el sistema nervioso. El aumento en el tamaño cerebral que se observó en nuestra especie se produjo a expensas del desarrollo de la corteza cerebral. En el hombre moderno, la corteza cerebral y sus conexiones ocupan el 80% del volumen cerebral. Y eso no es casual: la corteza aloja las funciones más complejas. Pero una porción de esa corteza evidenció un crecimiento abrupto en los seres humanos: la porción más cercana a la frente del lóbulo frontal o corteza prefrontal.
A lo largo de la historia se ha comparado nuestro cerebro con distintos elementos e inventos. En estos años resulta habitual la analogía entre cerebro humano y computadora. En esa tensión entre uno y otro, la puja está dada entre las virtudes y defectos de una y otra. Quizás una de las puestas en escena más cabales de esta tensión fue la de aquellas célebres partidas de ajedrez de los años noventa entre el maestro Garry Kasparov y la máquina Deep blue. Si nos detenemos en estas valoraciones, podemos decir (y sin tentar a fundamentalismos) que el cerebro parece ser mejor para desenvolver algunas funciones y la computadora, otras. Por ejemplo, la computadora puede realizar con gran rapidez y precisión operaciones matemáticas y otras tareas lógicas; el cerebro humano, por su parte, tiene gran capacidad de interpretar la complejidad del mundo exterior y de imaginar otros mundos posibles. También inventar computadoras y tecnología para interactuar con el propio cerebro. 
Sueños son. Actualmente es posible estudiar y describir procesos cerebrales como, por ejemplo, observar qué sucede durante el sueño. Esta nueva tecnología que explora  el pensamiento extrae datos detallados de nuestro cerebro revelando lo que hemos visto o hemos soñado. Por otra parte, las neuroimágenes modernas han permitido a investigadores reconstruir, a partir de la actividad cerebral, las caras que una persona ha visto. Además, los últimos algoritmos de computadora pueden traducir señales neuronales en acciones que controlan dispositivos mecánicos, incluyendo simuladores de vuelo. El desarrollo de la neuroingeniería que permite potenciar las funciones cerebrales tiene un claro exponente en el proyecto europeo Brainflight, que busca lograr que se pueda pilotear un avión únicamente con el pensamiento. Siete personas con diversa habilidad  como pilotos de cabina (algunos de ellos sin ninguna experiencia), que tenían una gorra con electrodos para captar los impulsos neurales, lograron volar y aterrizar correctamente un simulador del avión DA42. En esta misma dirección se destacan los experimentos que tienen como objetivo optimizar el entrenamiento de deportistas. Los investigadores Sherwin y Muraskin, de la Universidad de Columbia, estudiaron con un simulador del juego del béisbol la capacidad para predecir tipos de lanzamientos en jugadores expertos y en no jugadores. Los jugadores presentaban mayor activación cerebral en ciertas áreas que son indicativas de conocimiento previo. Los investigadores propusieron que la estimulación de esas áreas podría contribuir a un mejor desempeño en el juego y crearon el programa NeuroScout para ofrecerlo a los equipos. Por supuesto que esta es un área que también necesita mayor investigación y evidencia.
El tratamiento futuro de  algunos trastornos cerebrales podría desarrollarse mediante electrodos en vez de comprimidos. Los efectos de la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS, por su sigla en inglés), que aplica una corriente eléctrica apenas perceptible hacia alguna área del cerebro a través de electrodos colocados sobre el cráneo, se encuentra en un proceso de estudio para ser utilizada en la rehabilitación del daño cerebral, en el manejo del dolor, en trastornos mentales y para incrementar el rendimiento en tareas cognitivas.
Por su parte, la optogenética consiste en dotar a las neuronas con moléculas que responden a la luz. Estas moléculas actúan como paneles  solares en miniatura que permiten convertir la luz en señales eléctricas. Se puede activar o silenciar las neuronas deseadas simplemente con la luz de una longitud de onda adecuada. Con esta técnica se puede determinar el rol preciso de las neuronas en el funcionamiento normal del cerebro y traer avances en el estudio de la ceguera, la sordera, el Parkinson, la epilepsia y otras enfermedades. La ventaja es que puede aplicarse sobre un grupo de células específicas. Son múltiples las posibilidades de tratamiento y de conocimiento que abre este tipo de tecnología en el futuro.Todos estos avances sorprenden y también abren debates. La neuroética, que consiste en la reflexión sistemática y crítica sobre cuestiones éticas, legales y sociales que plantean los avances científicos del estudio del cerebro, se encarga de la discusión práctica sobre cómo hacer investigaciones en esta área de manera ética y de interrogarse acerca de sus implicancias filosóficas. Por ejemplo, los científicos advierten a través de una serie de experimentos que la interfaz cerebro-computadora puede violar la intimidad y ser utilizada para entrometerse en la vida íntima de las personas. Otro riesgo es que se haga principal hincapié en el avance de las tecnologías y no en las ventajas para los seres humanos para los cuales esas tecnologías fueron desarrolladas. Por otra parte, como todas nuestras acciones las llevamos a cabo con el cerebro, los descubrimientos sobre su funcionamiento no pueden quedar reducidos a los laboratorios, sino que deben involucrar a toda la sociedad. Es necesario dar a conocer los avances y que se logre el desarrollo sostenido de una neurociencia responsable, ética y científicamente sólida. Por ello, también debe desalentarse y denunciar la promoción del consumo prematuro o inadecuado de los resultados neurocientíficos.
Final del juego. La posibilidad de ser contemporáneos de esta expansión científica y tecnológica nos vuelve privilegiados en la historia de la humanidad. Pero los seres humanos seguimos siendo básicamente seres emocionales. Son las emociones las que predominantemente guían nuestra conducta, influyen en las decisiones e, incluso, en nuestros recuerdos. Sabemos que aunque la tecnología evolucione notablemente, es incapaz de vivencias pasiones, sentimientos íntimos, empatía, como lo hace nuestro cerebro. Por todo esto, es imprescindible saber que estas tecnologías ultramodernas deben estar al servicio de las personas y las comunidades y no al revés. Los seres humanos somos mucho más que hardware y software: somos nuestra experiencia que modula las conexiones neurales y nuestra genética, somos nuestras pasiones, nuestras frustraciones, nuestros sueños y nuestra esperanza, nuestro  talento y nuestro sacrificio para imaginar un futuro mejor y alcanzarlo.
cumbiera intelectual  vídeo!


9 CUMBIERA INTELECTUAL

La conocí en una bailanta todo apretado
Nos tropezamos pero fui yo el que se puso colorado
Era distinta y diferente su meneada
Y un destello inteligente había en su mirada...
Cuando le dije si quería bailar conmigo
Se puso a hablar de Jung, de Freud y Lacan
Mi idiosincracia le causaba mucha gracia
Me dijo al girar la cumbiera intelectual
Me dijo al girar... esa cumbiera intelectual...
(“Jung, Freud, Simone de Beauvoir, Gothe, Beckett,
Cosmos, Gershwin, Kurt Weill, Guggenheim...”)
Estudiaba una carrera poco conocida
Algo con ver con letra y filosofía
Era linda y hechizera su contoneada
Y sus ojos de lince me atravesaban
Cuando intenté arrimarle mi brazo
Se puso a hablar de Miller, de Anais Nin y Picasso
Y si osaba intentar robarle un beso
Se ponía a leer de Neruda unos versos
Me hizo mucho mal la cumbiera intelectual
No la puedo olvidar... a esa cumbiera intelectual
(“Paul Klee, Ante Garmaz, Kandinsky, Diego, Fridha,
Tolstoi, Bolshoi, Terry Gilliam, Shakespeare William...”)
Si le decía “Vamos al cine, rica”
Me decía “Veamos una de Kusturica”
Si le decía “Vamos a oler las flores”
Me hablaba de Virginia Wolf y sus amores
Me hizo mucho mal la cumbiera intelectual
No la puedo olvidar... a esa cumbiera intelectual...
Le pedí que me enseñe a usar el mouse
Pero solo quiere hablarme del Bauhaus
Le pregunté si era chorra o rockera
Me dijo “Gertrude Stein era re-tortillera”
No la puedo olvidar...
Yo no quiero que pienses tanto, cumbiera intelectual!
Yo voy a rezarle a tu santo para que te puedas soltar...
Para que seas más normal
(Jarmusch, Cousteau, Cocteau, Arto, Maguy Marin,
Twyla Tharp, Gilda, Visconti, Gismonti...)
Aprendí sobre un tal Hesse y de un Thomas Mann
Y todo sobre el existencialismo Alemán
Y ella me sigue dando cátedra todo el día
Aunque por suerte de vez en cuando su cuerpo respira
Su cuerpo respira, su cuerpo respira
Yo no quiero que pienses tanto, cumbiera intelectual
Yo voy a rezarle a tu santo, para que seas más normal
Para que te puedas soltar...
Cumbierita, cómo la quiero!




Otra Psiquiatría?

La Otra Psiquiatría

viernes, 25 de marzo de 2016

El Señor Galende



Crisis del modelo médico en Psiquiatría

http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-111353-2008-09-11.html

http://www.unla.edu.ar/documentos/institutos/isco/cedops/libro2a26.pdf

http://navegamehoy.blogspot.com.ar/2010/12/emiliano-galende.html

http://www.contextopsicologico.com/index.php/entrevistas1/9-entrevistas/30-entrevista-a-emiliano-galende

IntraMed - Puntos de vista - Controversias médicas: lo que se calla (pero no se puede ocultar)

(http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=87579)


"Fulgor mediocre que resplandece por obra de la oscuridad vecina".Alejandra Pizarnik

Es natural y deseable que en el ámbito de la ciencia (y en el de la medicina que no es una ciencia) existan controversias. Es siempre saludable que se confronten hipótesis diferentes ante la complejidad de los hechos que estudiamos. Es un paso imprescindible y enriquecedor para abrir las puertas a la etapa siguiente: la de la contrastación empírica mediante el experimento o el ensayo clínico. La “verdad”, tal como el método científico la concibe, opera por aproximaciones sucesivas. Las afirmaciones son siempre puestas a prueba sin importar quién las pronuncia, quien las defiende, ni qué intereses las impulsan. La ciencia no admite el criterio de autoridad sino el de la prueba.   
Lo que no es admisible, porque a todas luces contradice los fundamentos del método científico, es la existencia de tribus, sectas, clanes, facciones, camarillas o secuaces. Los hechos son inmunes a las fraternidades y a las logias. No se alcanzan verdades más contundentes por el énfasis con el que se las expresa ni por la pertenencia a grupos en pugna. Se necesitan argumentos, no la ciega obediencia del fanático. 
Hay muchas áreas del conocimiento médico donde se comprueba este desvío desde la controversia hacia la confrontación. Desde el intercambio constructivo y enriquecedor de ideas hacia la disputa cargada de agresiones y resentimientos. En circunstancias como éstas, el resultado deja de ser una ganancia de conocimiento para convertirse en una derrota de la verdad, una patética desfiguración de los hechos y un absurdo sabotaje a la razón argumental. Todos pierden.
Solo por mencionar un par de ejemplos podríamos analizar lo que ocurre en la nutrición humana o en el abordaje de las enfermedades mentales.


La nutrición: ciencia débil e idolatría por las correlaciones
"Si una opinión dada sólo es aceptable para los miembros de algún grupo social, entonces es ideológica, y no científica".
Mario Bunge

En la nutrición la epidemiología no cesa de describir una catástrofe que involucra a la humanidad entera. La transición de los patrones alimentarios nos ha llevado a un punto donde el sobrepeso, la obesidad y sus enfermedades relacionadas amenazan con convertirse en el problema sanitario más grave de la humanidad en nuestros días. Como en todos los asuntos complejos, las causas son múltiples y transitan por la delgada línea que corre entre la biología y la cultura. Somos seres abiertos al ambiente, sistemas en permanente interacción con el contexto. Nada de lo que nos rodea deja de tener su impacto orgánico en nuestra propia constitución. La conducta humana no es un simple efecto del libre albedrío (voluntaria y consciente). Decidimos de acuerdo a nuestra biología, a nuestra biografía situada en un medio ambiente determinado. Así somos.
Las guías nutricionales de los últimos cincuenta años se han formulado sustentadas en estudios observacionales de baja calidad. La propia naturaleza del fenómeno de la comensalidad hace muy difícil encontrar una metodología apropiada y confiable para extraer conclusiones. Se ha demostrado hasta el hartazgo la debilidad de los estudios basados en el auto-reporte y lo aventurado de formular recomendaciones a partir de ellos. La combinación de investigaciones débiles, metodologías inadecuadas y, no pocas veces, intereses ilegítimos han sido la dudosa base de muchas recomendaciones.
Desde hace muchos años se emplean estrategias retóricas con el fin de consolidar opiniones interesadas. Toda propuesta que contradiga al mainstream nutricional es denominada “moda”, mientras a sus propias propuestas –casi siempre tan inconsistentes como las que critican- se las denomina guías, recomendaciones, consensos, etc. En medicina los calificativos no dicen nada que nos ayude a tomar decisiones. Lo que se reclama es que se nos muestren hechos, consecuencias concretas de cada intervención sobre los pacientes reales. Contrastaciones empíricas -basadas en ensayos clínicos de alta calidad- entre una y otra alternativa. El resto es verborragia insustancial. Temor a perder un poder que ven peligrar a la luz de la catastrófica realidad que no hemos podido / sabido modificar. De este modo lo único que se consigue es que pierda la ciencia, pierda la gente.
Basta preguntar a cientos de médicos cuántos de sus pacientes presentan exceso de peso y cuáles son los resultados de sus intervenciones para controlarlo para tener una idea del panorama de una realidad que ya no se puede ocultar.

Todos los días asistimos a defensas enfáticas de propuestas que han fracaso de un modo escandaloso. Nada puede cambiar si antes no se acepta que lo que hemos estado haciendo es insuficiente o erróneo o ilegítimo. Basta recorrer la historia para descubrir la oscura trama de influencias que dieron origen a la ortodoxia nutricional. Desde Ancel Keys hasta las guías vigentes. Desde la fobia a las grasas saturadas (hoy en retroceso) hasta el encendido rechazo a las dietas bajas en carbohidratos para pacientes diabéticos o resistentes a la insulina con disrrupción metabólica como si fueran una propuesta criminal y no una alternativa más a evaluar científicamente en casos concretos.
Se repite a voz en cuello -y con tozuda insistencia- la voluntad de convertir a un problema complejo y multideterminado (social, metabólico y conductual) en un mero problema psicológico revictimizando a las enfermos y haciéndolos responsables de una conducta que la mayoría de las veces es un síntoma y no la causa de la enfermedad. Se ignoran los determinantes biológicos de la conducta ingestiva así como la influencia que el tipo de alimentos consumidos ejercen sobre ella en un ambiente obesogénico que facilita las condiciones de posibilidad que producen la alarmante situación actual. ¡Resultados! Es lo que los médicos que todos los días atendemos a pacientes desilusionados por el fracaso permanente y la culpabilización constante necesitamos con urgencia. No discursos arrogantes ni propuestas idílicas de encantadores de serpientes. ¡Resultados!

Las enfermedades mentales: falsos abrazos bajo un fuego cruzado
"En ciencia la única verdad sagrada, es que no hay verdades sagradas". Carl Sagan

En lo relativo a las enfermedades mentales ocurre algo diferente, tal vez peor. Conviven mediante una diplomacia hipócrita diversos marcos teóricos que se contraponen entre sí de un modo muchas veces irreconciliable. El espectro es amplio y descorazonador. Desde una psiquiatría que se propone basarse en evidencias científicas rigurosas sin sacrificar su aspecto humano de contención del padecimiento de las personas, hasta un abordaje que se siente “dueño” de la subjetividad y se atribuye el patrimonio exclusivo de la capacidad de considerar al paciente como sujeto único e irrepetible (algo que toda la medicina, sin importar su especialidad,  viene haciendo desde hace más de 2000 años) pero resiste obstinadamente a cualquier demanda de pruebas que evalúen sus intervenciones. Si la ciencia se torna impensable para las humanidades y éstas innecesarias para los científicos, el futuro no puede menos que representar un escenario de alto riesgo.
Detrás del discurso de la integración y de la inter/transdisciplina se escuchan los ecos de lo que se confiesa en conversaciones privadas pero –salvo honrosas excepciones- se calla en público. Acusaciones mutuas, descalificaciones recíprocas, pugnas descarnadas por la hegemonía y el poder. En un espacio de “paz armada” repleto de falsos discursos conciliatorios y de mesas redondas donde cada uno simula un acuerdo imposible, pacientes y médicos en formación, rebotan de un campo al otro como la sufrida pelota de este juego absurdo. Desorientados, perdidos en una batalla que no es la suya, buscan referencias a las que aferrarse como a un salvavidas, una brújula en la tormenta.
La imposibilidad para identificar el tipo de abordaje con el que un paciente psiquiátrico será tratado deteriora la confianza del médico que debe derivarlo al especialista y desorienta a los pacientes y a sus familias.
La nueva ciencia de la mente y el comportamiento constituye una síntesis o fusión de disciplinas en lugar de la reducción gnoseológica de la psicología a la biología (materialismo eliminatorio) o a la interpretación libre, desaforada y a menudo delirante (subjetivismo radical). Esa síntesis que fusiona áreas del conocimiento bajo la irrenunciable garantía del método científico enriquece a este campo del saber en lugar de empobrecerlo.  La opinión mayoritaria de los médicos así lo considera.
La psiquiatría se encuentra en una situación particular: carece por el momento de indicadores objetivos que permitan contrastar con ellos los diagnósticos presuntivos. Esa carencia hace necesario que el diagnóstico se base en los síntomas subjetivos que los enfermos manifiestan. Esta deficiencia se va superando día a día con los nuevos desarrollos de las neurociencias, que aportan aquello de lo que el ámbito de las enfermedades mentales ha carecido durante tanto tiempo.
Los impresionantes éxitos de la ciencia se deben al abandono del empirismo y a la adopción del método científico, no al contrario. Es imperativo exactificar las ideas intuitivas interesantes, convertirlas en proposiciones que posean una forma lógica o matemática precisa. Tal como afirma Mario Bunge: "hay leyes objetivas, es decir, pautas a las que se ajustan las cosas, independientemente de nuestra actividad cognoscitiva". El conocimiento científico se sustenta en dos pilares: los datos concretos y las teorías capaces de explicarlos. No en un repertorio de "visiones" de iluminados o en juicios enfáticos exentos de análisis y de comprobación. Ni en el trabajo arduo pero errático del “cazador / recolector” de datos que no es guiado por una hipótesis plausible que lo oriente.
En ciencia, la intuición es un insumo necesario pero insuficiente. Se puede describir, pero es necesario explicar para comprender. Cualquiera puede afirmar que al suceso A es causado por el suceso B, pero si no aclara cómo se produce ese pasaje, no nos dirá nada que valga la pena escuchar. La correlación estadística sólo mide el grado de asociación entre dos variables pero perfectamente puede ocurrir que ninguna sea la  causa de la otra. Las hipótesis imprecisas, las meras asociaciones y, mucho menos, la simple opinión sin respaldo, no pueden ser resultados finales de una investigación. Son puntos de partida, no de llegada.
El conocimiento crítico se caracteriza por la conciencia de sus supuestos implícitos, de sus límites y por la innegociable exigencia de comprobación. El resto es pseudociencia, ideología, evangelización o disputa por la hegemonía disfrazada de búsqueda del conocimiento. La ciencia se ocupa de problemas no de misterios, se fundamenta en la razón y en la experiencia controlada, no en el elogio del irracionalismo metodológico ni en la interpretación exasperada.
Gritos vs argumentos
"Soñaste angelitos muy profesionales que iban al grano jugando a los gangsters..." (Patricio Rey)
Ante la controversia es inútil el griterío histérico, la ofensa o el enojo. No se cuestiona a las personas sino a las ideas. No está en juego ni la identidad ni el honor de nadie. Se trata de la validez de un argumento no de quienes lo sostienen. El punto en discusión son las evidencias que apoyan o refutan una hipótesis, no las cuestiones de poder, ni la solidaridad corporativa. El resto es pura falacia ad hominem, bocas selladas por la omertá o falsos códigos de yakuza.
Las opiniones son válidas, las creencias respetables, la autoridad reconocida. Pero la ciencia es otra cosa. Su alimento son los hechos, su estrategia es poner a prueba las ideas, desconfiar, seguir la huella de lo que sabe como un sabueso que busca pruebas en medio de la oscura y tupida selva de la vida real. La ciencia es un perro desconfiado.
No es mediante el ejercicio de una ignorancia sistemática y de la pedantería elevada al rango de género discursivo que nos ayudarán a comprender el presente. Pero tampoco silenciando un conflicto evidente o simulando que nada ocurre mientras nada se resuelve.

No es que la ciencia no merezca  una crítica implacable, por el contrario la reclama a gritos. Ocurre que es imposible reflexionar sobre aquello que se desconoce. Resulta vergonzoso que  el analfabetismo científico no constituya un obstáculo -de pura honestidad intelectual- para opinar acerca de lo que se ignora. Que todos los días se formulen críticas rimbombantes a conceptos  sobre los que no se tiene la menor idea (psiquiatría genética, psicofarmacología, biología molecular de las enfermedades mentales) es un patético signo de los tiempos.
La racionalidad es un imperativo no sólo metodológico, sino también moral. Es el modo en que la medicina ofrece a las personas una respuesta fundada en la razón, que es el punto más alto al que ha llegado el pensamiento de la humanidad. Si no fuera así, nuestra salud estaría todavía librada a los desvaríos de la lectura de la borra de café, de los astros, de las vísceras de las aves o a la interpretación de los sueños.
Daniel Flichtentrei

martes, 22 de marzo de 2016

María Montessori

Una vida dedicada a los niños   Documental biográfico de la tv italiana sobre María Montessori, médica pionera en la atención de la "infancia anormal". Enlace a la película en YouTube 

viernes, 18 de marzo de 2016

Honorio Delgado

En esta entrada se comparte un libro del genial psiquiatra peruano Honorio Delgado. Si se puede hablar de una psiquiatría latinoamericana, este hombre, por su influencia, debe figurar entre sus gestores. Aquí entonces el enlace:


Enlace a libro de Honorio Delgado