Un filósofo de las preguntas

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"El autor ha elogiado el hecho de preguntar, un acto que impulsa la curiosidad, como algo que "dirige la imaginación a infinitas aperturas, puertas y ventanas, que llevan a territorios desconocidos y, a menudo, conducen a nuevas preguntas", un recorrido que ha conducido al ser humano hacia la supervivencia, ha apuntado.

"Los únicos que se contentan con las respuestas son los muertos", ha sentenciado, y ha mencionado que, por el contrario, los vivos no se conforman sino que quieren preguntar más, con excepción de los catequistas y los publicistas, entre otros, que quieren anular la curiosidad y llaman a aceptar respuestas.

Manguel ha definido a ese conformismo como uno de los problemas más graves de la sociedad, ya que "se educa a los niños para no preguntar".

El argenitno-canadiense ha relatado una anécdota familiar sobre su nieta de cuatro años, a la que preguntó por qué no dejaba de preguntar 'por qué' repetidamente, sin importar la respuesta: "La pequeña contestó: 'Porque así conversamos', y es la respuesta más inteligente que he obtenido a esa cuestión".

El escritor ha citado la frase "Fallar, probar, fallar mejor", del dramaturgo Samuel Beckett, para señalar que en el hecho de fallar está implícita la noción de seguir preguntando, para poder fallar mejor, reflexión que ha valorado como una buena definición de la vida.

Mientras que sí que existen preguntas estériles y preguntas que iluminan, en palabras de Manguel no existe una curiosidad buena y una curiosidad mala, un concepto que ha apuntado que proviene de la Edad Media y que es relativo, ya que depende del que emite el juicio."